sábado, 28 de julio de 2007

Breve esbozo biográfico

Salatiel Palomino López nació en México, D.F., en 1942. Estudió la licenciatura en teología en el Seminario Teológico Presbiteriano de México (STPM), adonde se graduó en 1966. Fue ordenado al ministerio en 1967.

Es maestro (1974) y doctor en teología (1993, Magna cum Laude) por el Seminario de Princeton, Nueva Jersey, adonde se graduó con una tesis sobre la hermenéutica reformada y la teología de la liberación latinoamericana.
Fue decano y rector del STPM. Entre 1976 y 1978 fue moderador de la Asamblea General de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México.

Ha sido pastor de las iglesias Príncipe de Paz, Jesús de Nazaret, Jerusalem y Ammi-Shadday en México, D.F., y en El Buen Pastor, de Austin, Texas. Actualmente es pastor de la Iglesia Canto de Esperanza, en Berwin, Illinois.
Ha publicado numerosos artículos y los libros El movimiento carismático. Una confrontación crítica (1985), Yo seré tu Dios. Estudios sobre la doctrina bíblica del pacto (1988) y está por aparecer Introducción a la vida y teología de Juan Calvino (Abingdon Press).

viernes, 27 de julio de 2007

"Imitadores de Cristo": Pastoral, teología y compromiso en 40 años de peregrinaje

I Corintios 4
Leopoldo Cervantes-Ortiz

Culto de acción de gracias por el 40º aniversario de ordenación del Dr. Salatiel Palomino López
Iglesia Presbiteriana Ammi-Shadday (Pueblo del Dios Todopoderoso)
25 de julio, 2007

Como testimonio y acción de gracias a Dios por la vida y ministerio del doctor Salatiel Palomino, nos acercamos a la Palabra divina para estimularnos mutuamente la fe y tomar nuevas fuerzas en el seguimiento de Cristo. Todo ello sin ninguna forma de “culto a la personalidad”, sino más bien en la búsqueda de entender cómo Dios moldea y utiliza vidas para reflejar su gracia y voluntad.

¿O es que el mandato y misión de profetas y maestros se acabó ya en la era apostólica? No se ha acabado, lo mismo que el mandato y misión de los apóstoles. ¿O es que han faltado hombres que cumplieran ese mandato y misión? El Espíritu de Dios no se ha descuidado, a la verdad, de suscitar en la Iglesia también estos dos carismas que para Pablo eran los dos más importantes después del de apóstol. Pero... acaso no se les dejó abrir la boca.
HANS KÜNG


La correspondencia corintia del apóstol Pablo es una veta interminable de insumos para valorar la vida de la Iglesia y los ministerios que se ejercen en su interior. La entrañable y conflictiva relación que estableció Pablo con la comunidad ubicada en ese puerto griego permitió o tuvo como fruto una de las reflexiones más situadas de todo el Nuevo Testamento, pues manifiesta el estrecho entramado entre teoría y praxis, teología y pastoral, que se produce cuando se busca aplicar la Palabra de Dios a las realidades comunitarias, siempre complejas.
Al apóstol de los gentiles esta tormentosa interacción con los y las corintios, reflejada en el texto de sus cartas, lo llevó, inclusive, a cuestionarse acerca de las razones y características de su propio ministerio, en función no solamente de lo acontecido en Corinto, adonde el apóstol pasó casi dos años (lo más parecido a un periodo pastoral), sino de las características que debe adquirir el servicio a Dios como una forma de existencia a la luz de las necesidades humanas tal como se expresan concretamente en las comunidades nacientes o ya consolidadas.
El tono apasionado con que escribe Pablo a los corintios alcanza alturas notables al referirse a su trabajo entre ellos y ensayar una especie de definición del ministerio cristiano a partir de su experiencia. Aunque no parece mucho tiempo el de su estancia en Corinto, si se compara con lo sucedido en Éfeso, el apóstol traza en líneas gruesas y firmes las características esenciales del ministerio y se atreve a plantear la tesis de la mimesis de Cristo y de su persona, esto es, un acercamiento a la posibilidad de repetir la existencia de Cristo en la vida de otros seres humanos, no mediante una improbable “unión mística”, sino más bien por medio de una estrategia de seguimiento fiel a las pisadas del Maestro, encaminada al engrandecimiento del Reino de Dios.

1. Siervos de Cristo y administradores de los misterios de Dios (4.1-8)
El apóstol Pablo no eludía el conflicto y hay quien dice que hasta lo propiciaba como una forma de clarificación y avance. En el cap. 3, puntualiza la dinámica con que funcionan los diversos colaboradores de Cristo en la edificación del cuerpo que es la Iglesia. Para ello, no duda en referirse por nombre a los diversos liderazgos que construyen sobre el fundamento básico que es Cristo mismo: Pablo, Apolo, Pedro, son momentos de un continuum dirigido pertinazmente por el Espíritu de Dios y, señala que conforme a la gracia de Dios que le fue dada (3.10, con lo que implícitamente reclama un lugar dentro del orden apostólico que, en otros lugares como II Corintios 11.5, exige abiertamente, al no sentirse menos que ninguno de los superapóstoles) practica una evaluación de la pluralidad generada por el Espíritu para edificar la Iglesia.
La terminología usada aquí resulta clave para profundizar en las dimensiones del servicio cristiano: servidores (hyperetes, un estrato social inferior al diakonos” ) de Cristo, pero al mismo tiempo administradores (oikonomos) de los misterios divinos. La servidumbre apostólica está en función directa del llamamiento que han recibido y de la pluralidad de posibilidades para realizar el servicio. No puede haber contradicción entre la multiforme manifestación de la gracia de Dios y la eventual emergencia de cúpulas o dirigencias. El apóstol se encargó de tratar con suficiente ironía a éstas en II Co 11-13, pues no cabe lugar para las jerarquías en el cuerpo de Cristo. De ahí que se diga que Pablo siempre pensó en la edificación de la comunidad y vio a la Iglesia institucional prácticamente como un mal necesario.
En el caso del segundo término, de ninguna manera Pablo piensa en los aspectos sacramentales al referirse a los misterios divinos. Se trata más bien, del uso de un lenguaje oculto manejado por la sabiduría aplicada al ministerio. Pablo desea poner en su lugar a los partidos que han surgido en Corinto y, en medio de esta diversidad, obviamente conflictiva, la perspectiva eclesiástica dominante tiene que ver con los misterios, mas no con aquellos con los que los corintios convivían cotidianamente. Un administrador no posee lo que administra, por lo tanto, debe dispensar aquello que está en sus manos y, al mismo tiempo, ser fiel a la encomienda. Flota en el ambiente la necesidad de una ética de la administración y del respeto por los demás administradores, pues así como Pablo reivindica su llamamiento y su papel apostólico, al mismo tiempo propone una forma de contrapoder opuesto al clientelismo del ambiente sociopolítico de su época. En otras palabras, y más allá del énfasis empresarial que pueda recibir hoy la palabra administrador, no hay margen para comportamientos basados en el espíritu de competencia o afirmación del poder, pues Pablo lleva hasta ese terreno la aplicación de los valores del Reino de Dios, sobre todo porque los miembros de la comunidad observan la conducta de sus pastores y porque lo que ahora llamamos ética ministerial debe estar al servicio de la multiforme edificación del cuerpo de Cristo. Y no se trata de una elección azarosa o fortuita sino de un compromiso permanente de vida.
Por lo anterior, Pablo pone en entredicho el juicio que la congregación corintia practica sobre los apóstoles porque aparece la peligrosa dicotomía entre persona y cargo, situación que se percibe en la esfera política como la separación entre actos públicos y privados o cuando la misma persona habla como ciudadano o funcionario. Ante Dios desaparece esta separación y es Él quien “valora la entrega personal al servicio, el cumplimiento del deber poniendo en el empeño toda la persona” Nuestras apreciaciones no necesariamente coincidirán con la valoración divina. Las palabras del v. 8, dirigidas a la comunidad son apasionadas y no exentas de amargura: “Ya estáis saciados, ya estáis ricos, sin nosotros reináis. ¡Y ojalá y reinaseis, para que nosotros reinásemos también juntamente con vosotros!

2. Sufrimiento, insensatez y debilidad en el ministerio cristiano (4.9-13)
Sin ánimo de reprochar nada a la comunidad, Pablo no vacila en asumir un tono sumamente personal al hablar de los sufrimientos propios del ministerio, además de incluir una serie de afirmaciones paradójicas sobre la insensatez y debilidad propias del mismo, a partir del contexto conflictivo que conoció y que sigue a larga distancia para conocer la marcha de la congregación corintia. La primera persona le sirve para aglutinar la experiencia vivida en clave cristológica y aunque suene a hipérbole todo lo mencionado (muerte, espectáculo, hambre, sed, desnudez y errancia, etcétera), la publicidad recibida ante los ojos de todo el mundo es “expresamente querida por Dios” y “así como la muerte de Jesús encerraba un significado para los espíritus, así también encierra la muerte de sus miembros [...], ya que unos hombres de naturaleza inferior a la suya alcanzan al morir con Cristo una gloria muy superior a la que ellos tienen”.
Aquí no se trata de otra cosa sino del camino de la cruz, en contraste con la “desagradecida volubilidad e inseguridad de los corintios”. Que nadie se llame a engaño en o que sucede durante los años de ministerio eclesiástico: trabajar de manera transparente y honesta no le garantiza a ningún ministro la aceptación o reconocimiento generalizado al interior de la Iglesia. Con ello en mente se puede servir libres de las cargas psicológicas o materiales que conlleva la preocupación natural por el perfil del ministerio que se realice. Así se abre la puerta para la mimesis, la imitación de Cristo.
El énfasis en el trabajo manual, tan subrayado siempre por el apóstol, dota a sus cartas y a su labor en general de un matiz peculiar, pues Pablo no es ni un desocupado ni un zángano (mantenido), pues está muy lejos del patrocinio de cualquier institución, política o institucional. Además, su pertenencia a un gremio específico (los hilanderos) lo ubicó en un espectro social determinado que le permitió entrar en contacto con las necesidades reales de la gente de la calle, no de una abstracción humana, algo fundamental para cualquier forma de ministerio.

3. La mímesis en el servicio eclesial: una nueva invitación al seguimiento (4.14-21)
El v. 14 retoma el lenguaje comedido y afectuoso propio de un pastor responsable y proyecta la reflexión paulina al plano de las indicaciones prácticas, aun cuando se sitúe en el ámbito de la simbolización cristológica y personal. Él ha engendrado una progenie en Cristo, debido a que es un paidagogos, un ayo, un preceptor único, reconocible en su unicidad, lo que le da el valor para afirmar, como en otras ocasiones, la posibilidad de practicar una mimesis ¿de su persona o de su percepción particular del hecho de Cristo en la vida de la humanidad? Pues parece que ambas cosas, dado que la encarnación inevitable del Evangelio es llevada hasta sus últimas consecuencias. Platón y Aristóteles están detrás del uso paulino del término que describe puntualmente “una “representación de acción”, una sustitución vital, una representación en el sentido teatral, pero lejos de la artificialidad de la comprensión corriente de esta palabra. En I Tes 1.6 (¡el primer escrito del Nuevo Testamento!) lo había dicho con respecto a la vida cristiana como ejercicio continuo de imitación de ambos, de Pablo y del Señor Jesucristo: vivir las pruebas ligadas a la recepción y a la proclamación de la Palabra [...], los sufrimientos de Cristo”. I Co 11.1 explicita el vínculo: “Imitadme a mí, así como yo imito a Cristo”: “se crea una cadena en la que cada uno reactualiza en su vida el movimiento de rebajamiento y de abandono de sí, haciéndose un ‘modelo’ [...] para los demás”. La escuela paulina radicalizó la propuesta: “Imitad a Dios” (Ef 5.2).
“La imagen de Cristo debe ser repetidamente reproducida en la multiforme realidad terrena, para que los fieles puedan percibir con mayor facilidad las posibilidades de imitación puestas a su alcance”. Es, pues la iconización permanente de Cristo y de sus proclamadores en el mundo, quienes, en línea de la humanización radical del Evangelio, se vuelven portadores de modelos de fe y servicio.

viernes, 20 de julio de 2007

Palabras de reconocimiento

Doctor Salatiel: Su ministerio y enseñanza han influido significativamente en mi vida. Admiro su profunda consagración, su firmeza de convicciones y su entrega por la obra del Señor. Le agradezco sus años dedicados a consolidar nuestra vocación ministerial y estimular nuestro estudio bíblico y nuestra reflexión teológica.
Iván Efraín Adame, decano del STPM

En nuestros años en el STPM, solía ocurrir que alguien hacía una pregunta a la que Salatiel respondía: "En realidad no lo sé, sin embargo..." ¡El "sin embargo" duraba media hora! Gracias a Dios por el ministerio multiforme de Salatiel: maestro, pastor, predicador, escritor, consejero, hermano y amigo.
Rubén J. Arjona Mejía

Para unos de los pocos seres humanos que con su cercanía en las aulas al compartirnos Palabra y vida misma, nos ha dejado incentivos con su ejemplo vivo a seguir conociendo el mundo y misterio de Dios, y también el compromiso de vivir la vida avisadamente. Tu pastoral nos dejó un sermón de las bodas de Caná en tierras tabasqueñas. Le queremos y le admiramos aun en la distancia, porque nos sabemos cerca en compromiso y servicio al prójimo y a Dios. Felicitaciones y enhorabuena.
Eva Domínguez Sosa e Israel Flores Olmos

Fue grato tenerlo como alumno en Coyoacán, y como compañero en la docencia en San Angel. Siempre mostró sencillez, disposición para el trabajo y respeto a la persona; Este reconocimiento también para su esposa Laura.
Daniel García Ibarra

Apreciable doctor Salatiel Palomino López, gracias a Dios por su trayectoria pastoral y académica. Deseando que siga discipulando a las generaciones jóvenes, porque hoy por hoy es indispensable que la doctrina cristiana se siga fomentando en la Iglesia de Jesucristo. En ocasión de su aniversario, que el Señor siga derramando bendiciones en compañía de los suyos y siga edificando vidas con su enseñanza y conferencias. Fraternalmente.
Leopoldo López Mistega, Generación 1982-1986, STPM

Al doctor Salatiel Palomino López, una enorme gratitud por los momentos de apasionante estudio, por su influencia en la comprensión del Reino de Dios y sobre todo por sus enseñanzas que de una u otra forma marcaron mi ministerio.
Amparo Lerín Cruz

Doy gracias a Dios por haber conocido al Rev. Dr. Salatiel Palomino, cuya vida ha sido de nobleza y enorme bondad para entregarse al prójimo; y además de su conocida pasión por el ministerio de la enseñanza y la predicación. Estas características han sido guías que inspiran y moldean aún mi trabajo pastoral en estos 20 años.
Felipe Martínez Medrano

El seminarista Salatiel fue mi maestro a principios de los 60’s en la Escuelita Bíblica de Vacaciones en Toluca. De ahí volví a “estudiar a sus pies”, esa vez en el Seminario Teológico Presbiteriano de México, recién llegó del extranjero con su maestría en teología en la mano, Últimamente nuestros caminos se cruzaron por unos meses en Austin, mientras él ministraba en el Seminario Presbiteriano de Tejas. Gracias a Dios por sus más de 40 años de pastorado solidario; por su erudición que nos puso en alto con su doctorado Magna Cum Laude del Seminario de Princeton; por su hospitalidad tan cálida. Dios no nos ha dejado huérfanos: nos acompaña con el gran Sala.
Eliseo Pérez-Álvarez

Salatiel y yo fuimos compañeros del Seminario y graduamos con un año de diferencia. Después colaboramos juntos en la docencia en la misma institución, el fué Rector y yo Decano en una época inolvidable para ambos. Siempre mantuvimos relaciones de respeto y amistad y soñamos con una institución avanzada en sus conocimientos bíblico-teológicos, la cual pudiera dar un gran servicio a la Iglesia Presbiteriana de México y a la obra del Evangelio. Aunque las condiciones actuales no nos permiten continuar en esta empresa, creo que seguimos esperando un día en que el sueño se logrará. Salatiel, recibe saludos y felicitaciones de tu hermano en Cristo.
Ángel Reynoso Macías

Hablar como esposa de Salatiel, puede resultar sospechoso, pero, siendo pastora, tambien, tengo la obligacion de ser lo mas honesta posible... Francamente, me saqué la lotería (aunque como presbiteriana no juego) cuando Dios me permitió a conocer a Salatiel hace 21 anos. De inmediato admiré su espíritu gentil y sincero. Me impresionó su persona tan auténtica, sabia, pastoral y, lo confieso, ¡guapa! Para mí, como persona, esposa y pastora no podía haber encontrado alguien mejor con quien compartir mi vida. Nuestra vida juntos y nuestros ministerios nos han llevado por caminos que nunca hubiéramos anticipado pero doy gracias a Dios de que además de compartir tantas celebraciones en la vida, hemos podido estar juntos y sostenidos por la gracia de Dios en los momentos dificiles. Creo que será hasta que lleguemos al cielo que conoceremos el alcance de tu ministerio, Sala. Has tocado tantas vidas por tantos lados del Reino de Dios. El mundo y la iglesia de Cristo son mejores por tu presencia y ministerio. Que Dios te devuelva todas las bendiciones que has sido para nosotros.
Te quiero mucho,
Laurita

Estimado Salatiel, te vi crecer desde que estabas en el STPM como estudiante, después como pastor y predicador de la palabra, profesor de teología, estudioso y escritor. Has dado lo mejor de tu vida a la INP de México. Por todo ello damos gracias a Dios y te felicito en el 40º aniversario de tu ordenación. ¡Te extrañamos en México!
José Luis Velazco M.

Llegamos a México en 1996 y decidimos integrarnos a la INPM Ammi Shadday. Nos quedamos por una razón: la consistencia evangélica de su predicación. Sencilla y erudita, contextual y profética, evangélica y reformada, y sobre todo, discurso y práctica acordes con los principios del reino de Dios. Nuestra gratitud a Dios por el ministerio de Salatiel Palomino López, nuestro maestro y pastor.
Eliseo Vílchez-Blancas y María Deníz Ramírez Vargas